Sabía que Tokio me iba a sorprender mucho. Para bien. Es un viaje super-recomendable para poder ver de primera mano una cultura mucho más alejada de la nuestra de lo que uno podría imaginarse, y que se debate entre fuertes contrastes: la modernidad más rabiosa y el frikismo, y una tradición llena de misticismo y espiritualidad.
Tokio, antiguamente llamado Edo, alberga muchas curiosidades y extravagancias y, para el limitado tiempo disponible, completó unas experiencias que nos hicieron innecesario desplazarnos en tren bala hasta Kyoto u Osaka (muy caro) para poder exprimir así al máximo la ciudad más poblada de la Tierra, con 36 mill. de habitantes (solo "el centro” tiene ya 8 mill.), con una sociedad perfectamente organizada (y extremadamente dócil y ordenada), un gusto asombroso por el silencio y un desconocimiento muy sorprendente de otros idiomas, incluso en la gente joven, lo que choca con su supuesto alto nivel cultural y su, dicen, extraordinario sistema educativo.
La tranquilidad que se respira en los templos y santuarios, con la sensación de estar en otro mundo y volver al pasado, mezclada con el ajetreo, siempre comedido, la gente fashion, las luces de neón y un ambiente las 24h, la electrónica y la tecnología, que se respiraba en los barrios más de moda, con (ordenadas) avalanchas de gente, tribus, personajes frikies y pintorescos, nos situaron en un cocktail sensorial que, debo decir, me ha parecido apabullante, por lo diferente y por lo auténtico de una sociedad cuya virtud esencial parece ser la entrega plena al propio deber, la discreción, la rectitud y la autodisciplina.
Hay muchas costumbres y comportamientos que son naturales para el pueblo japonés, ya sea porque son históricamente aceptados, son impuestos por la sociedad o porque son parte de la psique japonesa.
Todo nos resultaba tan sorprendente. Un país super-desarrollado con costumbres ancestrales, gran gastronomía y donde, dentro del aparente caos, hay una paz social y espiritual que he sentido en pocos sitios del mundo.
Todo nos resultaba tan sorprendente. Un país super-desarrollado con costumbres ancestrales, gran gastronomía y donde, dentro del aparente caos, hay una paz social y espiritual que he sentido en pocos sitios del mundo.
Aprovechamos una inesperada y sorprendente oferta casi a mitad de precio con Emirates (540 eur i/v), justificada por unas fechas inamovibles (de miércoles a miércoles) y unas pésimas escalas que supimos aprovechar, dar vuelta y transformar en una excelente oportunidad de conocer mejor Dubai, a la ida y a la vuelta, donde ya habíamos parado en dos ocasiones, lo cual complementó un viaje increíble y super-satisfactorio.
Ya a la vuelta, he visto que KLM está ofreciendo i/v a Tokio por solo 499 eur. Definitivo.
VIDEOS DEL VIAJE
DUBAI:
TOKIO (con música de Pizzicato Five, japonenes. Grandes!)
Pero vamos al lío!