
Quizás, ningún otro sitio lo ilustra mejor que Gamla Stan, el centro histórico, donde uno puede admirar preciosas calles adoquinadas, edificios retorcidos pero perfectamente conservados, el famoso Palacio Real, iglesias góticas y excelentes restaurantes y tiendas donde adquirir artículos de "diseño" sueco.
En este viaje pasamos mucho frío, más del que pensábamos. La ciudad me dejó muy buen sabor de boca, a pesar de lo caro que me pareció todo, y sin duda fue el detonante de impulsar mi interés por las ciudades.