Viaje apoteósico y extremo. Nunca es tarde para visitar por primera vez la mayor isla volcánica del planeta.
Un destino siempre muy apreciado por viajeros: Islandia es una isla donde el hielo y el fuego se funden entre volcanes en erupción, grandiosas lenguas glaciares, icebergs a la deriva, geiseres en ebullición, vigorosas cascadas, lagos termales, ballenas, frailecillos y coloridos pueblos pesqueros.
Me considero un tipo “disfrutón” e Islandia por ello ha entrado de lleno y por pleno derecho en mi Top 10 de países visitados (55).
Trabajé a fondo el itinerario calculando distancias y tiempos, para tratar de abarcar lo que me más interesaba, con muchos “soportes” en el diseño: mis propios intereses y mi experiencia viajera, el tiempo disponible, el clima/meteorología, improvisación, coste, lógica de rutas y distancias, diversificación (no repetir actividades demasiado parecidas)… y la época del año, que incentiva o desincentiva, incluso imposibilita, visitar ciertos lugares de Islandia.
Debes ir muy bien equipado porque, vayas cuando vayas, te puede pasar de todo: yo he pasado verdadero miedo con fortísimas ráfagas de viento de más de 80 km/h que me arrastraban y golpeaban el coche con extrema violencia, he visto lluvias torrenciales y después un sol fabuloso junto a un arcoíris. Las temperaturas han oscilado entre los 3º y los 14º.
Para nada sobrevalorado como destino en global, sí quizás lo pueden estar algunas de sus atracciones, lo cierto es que Islandia vuelve a estar de moda...
Los islandeses han sido los primeros en abrir las fronteras al turismo de viajeros vacunados y así lo reflejaban ya sus datos de junio 21, con un incremento de turistas de más del 600% con respecto a 2020.
El paisaje en la carretera es siempre súper entretenido: inmensas montañas con ovejas y caballos de pelaje largo y sedoso pastando. Musgos y hierbas aferrándose a paisajes volcánicos, imposible nada tan pintoresco, con permiso de mi querida Nueva Zelanda que estuvo en mi cabeza permanentemente durante todo el viaje: las similitudes son muy evidentes. También me recordó mucho a la zona del Desierto de Danakil, en Etiopia, por la actividad geotérmica… y, por curioso que parezca, también a veces bastante a Asturias, otro impresionante paraíso natural que me venía a la cabeza en no pocos momentos...
Islandia te embriaga con su naturaleza muy extrema y virgen y sientes toda la fuerza de los elementos. Manos al volante (turnándome con mi hija), motivado y disfrutando, he contemplado vistas únicas, muy espectaculares, cataratas espeluznantes que te dejan sin aliento (hasta no verlas de cerca no te las imaginas), lugares recónditos y bastante frío.
Y un viento que, debo decir, con una fuerza tan inusitada y violenta, me puso en riesgo en varias ocasiones en las que me atreví a adentrarme por caminos y rutas consciente del peligro real que me rodeaba. Nunca he visto nada parecido ni creo que vaya a ver semejante fuerza de la naturaleza. Pienso en lo vivido en la Cascada Skógafoss, en el volcán Fagradalsfjall o en el Acantilado de Dyrhólaey y no sé ni cómo me atreví a salir del coche para sacar fotos y vivir experiencias extremas que no estaban bajo control. Tremendo, pero alineado con lo que uno esperaba de Islandia por lo que había leído. La majestuosidad y la "fuerza" de Islandia me han hecho sentirme muy vivo.
Te animo a conocer mi intensa experiencia en 8D/7N, en la que en 1.850 km he recorrido en 4x4 lo más relevante de esta isla indómita de naturaleza brutal.
Un viaje en el que, sin duda, algunos videos cobran mayor protagonismo que las fotos.
Lo contaré en 3 apartados:
1.- INTRODUCCION
Leí que Septiembre era posiblemente, con todos los pros y contras, el mejor mes para viajar a Islandia por muchas razones. Muchos que viajamos a Islandia en otoño hablamos de impresionantes colores: debido a que su flora cubre gran parte del paisaje, los cambios de color durante el otoño se intensifican. Septiembre y octubre traen consigo temperaturas más frías y también el comienzo de la temporada de auroras boreales.
Islandia es además uno de los mejores y más seguros destinos para viajar en septiembre, con menos turismo, alojamientos y excursiones más económicas y mejores precios de alquiler de coche.
Para gustos los colores pero, ya de vuelta, honestamente pienso, sin haber estado allí en invierno, que quizás –puestos a tener que elegir verano o invierno- sea el otoño la mejor época para visitar Islandia: todo está grandioso y la nieve no te oculta nada.
Eso sí, por la ausencia de nieve, renuncias a algunas actividades y visitas más relacionadas con glaciares y zonas heladas/nevadas como p.e. visitar las famosas cuevas de hielo o caminar sobre glaciares con crampones. Importante tener en cuenta que no todo se puede ver en cualquier época.
Aprovechando el roaming gratuito, he sacado chispas a la tarifa ilimitada de datos en mi móvil… y mi tablet. Fuera mapas y anotaciones en papel!: todas las guías, mapas, notas, detalles, imprescindibles links a webs (carreteras, avisos, auroras, meteorología, webcams, gasolineras, supermercados…) todo a mano, actualizado y consultable a pocos clics.
Ha sido el viaje de Google Maps (siempre conectado) y, como siempre, de la guía Lonely Planet, imprescindible para ver todo ordenado ante la maraña de puntos de visita, horarios y direcciones.
En mi fabuloso road-trip de 2 semanas en 2017 por Nueva Zelanda, terminé de aprender a sacar chispas a aventuras intensas por carretera, diferenciando lo imprescindible de lo importante y tratando de gestionar los tiempos de manera eficiente sin la presión de un grupo organizado. Solo con mi hija, he realizado un viaje a Islandia aún más impresionante de lo esperado. Apretado, intenso y lleno de sorpresas, aventuras y experiencias sublimes, bajo una flexibilidad que ha sido absolutamente clave, en gran parte porque el tiempo en Islandia es TAN variable que te puede obligar a revisar planes constantemente. Todos los tours de pago los contraté in situ, sin antelación. Otra ventaja más de viajar en septiembre.
2.- CURIOSIDADES
Antes de detallar el viaje, contaré algunas cosas que me han llamado la atención de este increíble país, o que pueden servir para entender mejor Islandia.
• En otoño 2008 se anunció la bancarrota de Islandia: el paro se cuadruplicó y la inflación llegó al 17%. Los tres mayores bancos se declararon insolventes por la crisis de Lehman Brothers. El Estado dejó caer a los bancos y solo aseguró (en referéndum) los ahorros de los islandeses. Muchos holandeses y británicos se arruinaron.
Hoy Islandia, con entusiasmo, creatividad y mucha innovación, es un país solvente y austero, con un enorme turismo apoyado por la devaluación de su corona islandesa. Islandia no solo salió airosa de la crisis sino que descubrió, en su turismo de volcanes y géiseres, una industria que hoy representa ya el tercer pilar de su economía tras la pesca y el aluminio.
• Debes saber que no pertenece a la Unión Europea pero sí al espacio Schengen. Por ello, para la entrada basta con llevar un DNI europeo, no precisas pasaporte. Lo mismo sucede con el carné de conducir y la (gratuita) Tarjeta Sanitaria Europea que allí sí aplica.
Tiene 365.000 habitantes y una dimensión de 490 x 312 km, Así, pensemos en los habitantes de una ciudad pequeña como p.e. Bilbao distribuidos en un país del tamaño p.e. de Portugal. La densidad poblacional es mínima…
• Islandia es un fantástico lugar para ver auroras boreales, desde finales de agosto hasta mediados de abril. Se necesitan cielos oscuros y despejados (mejor en norte y sudoeste). Hay webs locales que tratan de clavar la previsión. No tuvimos suerte por muy poco.
• No te sorprendas si ves los objetos personales de la gente en el suelo o en un banco sin el propietario. En Islandia casi no existen los robos. He visto muy poca policía, apenas.
• Algunos volcanes de Islandia tienen tanta fuerza que pueden paralizar el tráfico aéreo de media Europa, como ya sucedió en 2010. En Fagradalsfjall, próximo a Reikiavik, su volcán se ha convertido en una gran atracción turística desde que comenzó su erupción en marzo 2021: Los expertos que lo monitorizaban días antes indicaron que las señales eran inequívocas: 18.000 terremotos en una semana (algunos de más de 5 grados). Fue todo un salvavidas para el sector, bajo mínimos tras los confinamientos mundiales con la pandemia. Más de 260.000 personas lo han visitado desde entonces. Sus fotogénicos ríos de lava incandescente han vuelto a poner a esta lejana isla en el mapa. Los principales vigilantes de este nuevo volcán de Islandia son los visitantes, turistas, fotógrafos, periodistas y operadores de drones que se acercan (e incluso acampan) a la zona en busca de imágenes del que para muchos era quizás el volcán más fotogénico del siglo… sin tener en cuenta el más reciente de la isla de La Palma en España.
• Islandia experimenta con frecuencia temblores sobre dos placas tectónicas, que se mueven en direcciones opuestas. El país es el único lugar del mundo donde la grieta de la corteza terrestre del Atlántico medio es visible sobre la superficie del océano. Desde un punto de vista geológico, Islandia es como un mal encaje entre dos placas, la norteamericana (que abarca toda Norteamérica, Groenlandia y esa parte de Islandia) y la euroasiática que completa toda la parte septentrional del planeta, desde Islandia hasta China. Los bordes de estas placas son las regiones del mundo que registran más actividad geológica: erupciones volcánicas y seísmos. En Islandia, si paseas por la fosa de Thingvellir, caminando unos metros tocas la pared euroasiática y la norteamericana: cambias de continente sin cambiar de país!!.
• El contar con una actividad geotermal y volcánica sin parangón en el planeta, hace que proliferen termas de origen natural, donde locales y turistas se entremezclan para relajarse en un entorno incomparable. Y es que los islandeses son auténticos apasionados de los baños termales, algo estrechamente ligado a su cultura ya desde tiempos de los primeros asentamientos vikingos. Yo visité el Blue Lagoon (caro) y los baños termales de Myvatn (a mitad de precio). Una pasada estar a 39º en el agua cuando fuera estaba a 6º. Y bebiendo cervezas… era algo inusitado. Llévate traje de baño, toalla y chancletas!.
• Puedes pagar con tarjeta de crédito en TODOS los sitios, no es necesario llevar coronas islandesas. Eso sí, ten en cuenta la comisión que te puede cobrar el banco emisor de tu tarjeta por pagar en moneda no euro. Yo contraté con el mío una tarifa plana de 8 eur para olvidarme de esta comisión (1,5%). Lo he pagado TODO con tarjeta.
• Es un país muy seguro y muy tranquilo, y además se ha librado de la pesadilla del coronavirus, que no ha sido problema para una población tan pequeña (dicen que hay más ovejas que habitantes). Hasta hoy, Islandia ha registrado 6.600 infecciones y 29 muertes, y desde mayo-21 no se ha infectado nadie más. Solo 5 muertes en 2021. Islandia quiere asegurarse de que las cosas sigan así. Los ciudadanos de la zona Schengen pueden entrar en el país si presentan una prueba de PCR o Test negativo realizada con no más de 72 horas de antelación. Los que se hayan recuperado de la enfermedad o se hayan vacunado, tienen que presentar el certificado digital COVID lanzado por la UE. Ha dado resultados. En Islandia, la distancia de seguridad, el uso de la mascarilla, el número limitado de personas reunidas en espacios públicos o la limitación horaria de la apertura de los bares y restaurantes dejaron de estar vigentes a partir del 26 de junio. Envidiable y extraño (vivir la nueva normalidad).
• La Ring Road es la famosa carretera circular, la Nº 1, que recorre todo el perímetro de Islandia en 1340 km. La mayoría de los lugares de visita “obligada” en Islandia se encuentran en esta carretera o en desvíos breves. Salvo en algunos pocos tramos, la Nº1 está completamente asfaltada. Y a partir de esta carretera principal, salen muchas otras numeradas con 2 o 3 dígitos, asfaltadas o sin asfaltar. En general todas las carreteras se pueden recorrer con un coche normal. Sin embargo, en cualquier carretera que lleve la letra F es necesario/obligatorio llevar un todoterreno. Algunas carreteras no asfaltadas son de grava compactada y es recomendable alquilar un vehículo con seguro de grava. El límite de velocidad por carreteras asfaltadas es de 90 km/h. Mi experiencia: solo he visto un radar, en el sur, no he visto apenas policía, y sin viento sobrepasé ampliamente esos 90 km/h con total tranquilidad, lo cual reducía mucho los tiempos estimados inicialmente. Las carreteras son muy buenas, rectas y en general muy bien asfaltadas.
• La gasolina es carísima (solo 2 tipos: 1,77 € el litro de súper y 1,63 € el diésel) y las gasolineras son de autoservicio, pagas con tarjeta seleccionado un importe superior al estimado pero luego te llega de inmediato el cargo por el importe realmente consumido. Hay que decir que TODO es muy caro en Islandia. Hablamos de una cerveza por 10 €, un café por 3 € o una hamburguesa por 18 €. Con una gastronomía de poca personalidad y unos vinos de precio astronómico (de 50 € en adelante), la comida ha sido bastante mediocre salvo contadas excepciones.
3.- MI ITINERARIO
Muestro el recorrido y los lugares visitados durante 7 días completos, indicando también los kilómetros de coche conducidos cada día, con una calificación con estrellas (de 1*a 5*), destacando lo que más me ha impresionado de este fabuloso viaje y que conforman mi Top 10.
Vamos con mi itinerario.
Día 1: REIKIAVIK (50 km)
Llegada a Reikiavik 0,55h.(en inglés Reykjavik). Recogida del coche de alquiler. Primera noche en Reikiavik (Baldursbrá Guesthouse, 93 € doble, muy bien ubicado). Al aterrizar de noche, por las ventanillas del avión, todos los pasajeros contemplamos atónitos el volcán activo Fagradalsfjall iluminado de ropo expulsando lava, a solo 30 km de Reikiavik.
Día 2: REIKIAVIK Y BLUE LAGOON (100 km)
El Lago Tjörnin es el sitio más tranquilo e idílico que ver en Reikjavik, lugar preferido por los locales. Es habitual ver a gente practicando deporte. Para los turistas, poca cosa: ver los patos y cisnes del lago. Alrededor del lago Tjörnin se encuentran los principales edificios gubernamentales: el Ayuntamiento y la Sede del Gobierno están aquí. Dicen que es el rincón más bonito de la ciudad. Sin más, quizás perfecto para descansar o simplemente observar el panorama antes de la caída del sol.
A muy poca distancia, el puerto de Reikiavik es otra zona muy tranquila donde encuentras los barquitos de pescadores y algunos restaurantes. También los cruceros. En los alrededores, los viejos cobertizos de pescadores estaban reconvertidos en bares, galerías y comercios.
Por la tarde, decidimos ir al afamado balneario Blue Lagoon, una de las atracciones más populares de Islandia: el maravilloso color azul lechoso de sus aguas opacas contrastaba con los negros campos de lava cubiertos de musgo verde.
En Islandia hay una rica cultura de baño, con un gran número de piscinas y fuentes termales naturales esparcidas por todo el país. Este gran lago se encuentra a la temperatura perfecta para tomar un baño, con una media de 39°. A tan solo 40 min de Reikiavik, la experiencia nos encantó en medio de un frío de 6º.
Sabíamos que era caro (68 € pp la entrada más barata) y que íbamos a hacer algo similar en el Lago Myvatn en el norte días más tarde, pero tenía que averiguar por qué National Geographic la incluyó en su lista de las 25 maravillas del mundo o por qué Condé Nast Traveller la reconoció como uno de los 10 mejores balnearios del mundo. Una pasada.
Día 3: DE REIKIAVIK A AKUREYRI (411 km)
Visitamos el Parque Nacional de Þingvellir, Patrimonio de la Humanidad debido al Parlamento que se fundó allí en el año 930 dC. Lo bonito de este parque es poder pasear por la magnífica Garganta de Almannagia, una grieta que separa las placas tectónicas americana y euroasiática.
Además, te encuentras la preciosa, aunque pequeña, Cascada Oxararfoss; el agua del deshielo del glaciar Langjökull se hunde en un campo de lava y viaja bajo tierra a los barrancos del Parque Nacional de Þingvellir, rodeado por una preciosa cadena de montañas. Partes de la serie 'Juego de Tronos' se filmaron aquí.
En Islandia, los accesos en coche a muchas cascadas, rutas o parques originan experiencias diferentes en función del parking que elijas e incluso de la dirección de la que vengas. Infórmate de las mejores opciones pues de ello puede depender mucho del acierto de tu visita. Yo aparqué mi coche en el parking mejor situado de todos se encuentra ubicado al norte a unos 200m de una granja e iglesia y, desde aquí, iniciamos una ruta a pie, que en 1,5h permite pasar por los lugares más importantes del parque. Sin embargo, antes recomiendo tomar un desvío que conduce al 1er parking en la oficina de información turística para acceder a un mirador con impresionantes vistas hacia la llanura, uno de los mejores lugares para contemplar las numerosas grietas causadas por la intersección de las placas tectónicas.
Continuamos hacia Geysir, un mundialmente famoso manantial de aguas termales en el valle de Haukadalur.
Aunque en la actualidad no entra en erupción frecuentemente, su cercano hermano, Strokkur, lo hace cada 10 min. aprox, lanzando al aire su chorro de agua hasta unos 30m bajo una gran expectación. Estaba lloviendo bastante.
Esta es la zona de geiseres de Islandia por excelencia. Está tan cerca de Reikiavik que todos los turistas lo visitan.
La zona está muy bien preparada con un gran parking y camino asfaltado cercano a las fumarolas.
Seguimos a la cascada Gullfoss, que ofrecía una vista impactante e increíble, precipitándose en dos caídas desde una altura de 32m. Boquiabierto, estaba ante una de las cascadas más grandes e impresionantes de la isla, si no la más, ya que parece que el agua desaparezca en las profundidades de la tierra. Accedimos a un mirador situado justo en su borde, para apreciar el impresionante poder de la catarata y, entre la lluvia y la nube de agua, terminamos empapados.
La fuerza y el estruendo de Gullfoss te hacía sentir muy pequeño.
Se trata, sin duda, de una de las cataratas más espectaculares no sólo de Islandia sino de todo el mundo.
Por su grandiosidad y, por supuesto, por su potencia, que permite que el río Hvítá se despeñe, nada menos que en tres ocasiones, durante su accidentado camino en busca de la costa sur.
El primer salto es de 11m, el segundo de 21m y el tercero de 32m, que viene a romperse en la grieta de una curva pronunciada que hace desaparecer al río de la mirada de los visitantes como si nada hubiese sucedido. Mágico y con una espectacularidad que se aprecia mucho mejor en los videos que grabé.
Después de comer y llenar el depósito de gasolina (en 7 dias, reposté 6 veces en total) ante la ruta de montaña hacia el norte que se nos avecinaba en dirección a Akureyri, que transcurría casi por el centro de Islandia, la F35: la ruta de Kjölur.Esta fascinante ruta (en rojo en el mapa) de unos 200 km nos iba a llevar desde Gullfoss hasta la zona cercana a los pueblos de Varmahlíð y Blönduós.
Este recorrido es el más corto de los disponibles para atravesar Islandia y lo recomiendo por ser una ruta de baja dificultad y por lo que ofrece si necesitas ir al norte.
Reserva natural única en el mundo con chimeneas humeantes y zonas con agua hirviendo. Fue una experiencia grandiosa echar un vistazo alrededor, aunque seguía lloviendo.
Por los alrededores, había muchas rutas a pie propuestas.
A medida que continuamos hacia el norte (asumiendo estás conduciendo de sur a norte), la ruta Kjölur seguía su camino a través de numerosos pequeños lagos en torno al río Blanda (famoso por la pesca de salmón) y al lago Blöndulón, con una de las presas más grandes de Islandia.
Dicen que Akureyri tiene mucho encanto. Sus casi 20.000 hab. le convierten en una “auténtica metrópolis” en el norte de Islandia, la segunda más importante del país, prácticamente rebasando ya el Círculo Polar Ártico.
No nos dio tiempo a verla, caímos muertos en nuestro Guesthouse (Centrum Hotel, 78€ doble), donde nos recibió una chica que hablaba español y cenamos una hamburguesa deliciosa en su moderno restaurante sonando David Bowie a buen volumen. Genial.
Día 4: DE AKUREYRI AL LAGO MYVATN (165 km)
Al día siguiente, entre Akureyri y Godafoss, fuimos por el impresionante Túnel de Vaðlaheiðagöng de 7,4 km, inaugurado en 2018, que acortaba considerablemente la ruta y permitía ganar mucho tiempo. El precio del peaje es 10 € y sólo puede pagarse por internet. Tendrás hasta 3h después de pasar para pagarlo en su web: si no lo pagas, la concesionaria cargará 7 € a la compañía de alquiler y ésta, después, te cargará unos gastos de gestión. Mejor pagar online cuando toca y no dejar que cruzar este túnel te salga caro.
Seguimos hasta Goðafoss, “la cascada de los dioses”, con forma de herradura. Pese a no ser la más grande ni la más caudalosa, me pareció una de las cascadas más bonitas.
Y llegó uno de los momentos culminantes del viaje, para ver con calma: el área geotérmica de Námaskarð, cerca de Mývatn, una de las zonas más activas donde aparecen fumarolas, manantiales sulfurosos y piscinas de barro.
Aquí la corteza terrestre es tan delgada que los fenómenos geotérmicos se desarrollan ante tus ojos: pequeños conos de extremos amarillos, vapor surgiendo de la tierra, un pequeño lago con una burbujeante agua azul “acero”... cada detalle resultaba fascinante y único. Aunque no importa demasiado el orden de visita, ya que las atracciones imprescindibles en esta zona se encuentran relativamente próximas entre sí, recomiendo seguir este orden (si llegas desde Godafoss, claro):
1) El cráter Viti es uno de los muchos que hay en el inmenso volcán Krafla (de 10 km de diámetro). Desde el sendero que sale del parking llegamos enseguida a los pies del enorme cráter Viti, una pasada, con una laguna azul/verde en su interior. Podías rodear el cráter andando pero viendo a los que lo habían hecho intentando quitarse todo el barro de sus botas, desistimos ante semejante “chocolatada”.
2) Alrededores del cráter Viti: Al lado de la laguna hay una zona plagada de volcanes de lodo hirviente, solfataras y fumarolas humeantes.
Allí estaba la Central térmica Krafla, que desde 1977 abastece una gran parte del consumo energético del país. Estábamos en una zona de mucha actividad geotérmica que se aprovecha para calentar el agua de las casas y de los baños termales.
Las pozas de barro de Hverir. La primera vez que las visitas, te llama la atención el olor a azufre y huevos podridos. También había muchas moscas pequeñas. El escenario era tremendo, con fumarolas y pozas hirviendo. Espectacular.
Sin embargo, cuando se produjo la erupción de los Fuegos del Krafla en las décadas de los 70 y 80, las autoridades se vieron obligadas a prohibir el baño ya que las temperaturas superaban los 60°C.
Formado hace aprox. 2500 años, el prácticamente perfecto cráter de Hverfjall está considerado como uno de los más grandes de todo el mundo.
Una gran erupción volcánica formó hace 2500 años Hverfjall, un enorme cráter de intenso color negro. Su forma cónica casi perfecta y sus más de 400m de altura hacen de él una parada imprescindible en cualquier ruta por el Lago Myvatn. Además, es posible subir por una ladera hasta la parte superior del cráter. Desde allí se tienen unas vistas privilegiadas.
Me encantó, muy espectacular. Un cráter de arena volcánica negra de 1 km de diámetro y 140m de profundidad al que subimos por una empinada senda hasta lo más alto para tener unas impresionantes vistas del lago Mývatn y alrededores.
Aunque se podía dar una vuelta completa al cráter, no estábamos con ganas, ni fuerzas, así que nos conformamos con ver su interior y las vistas de los alrededores. De lo mejor de la zona... y del viaje.
Tras comer en la habitación de nuestro alojamiento (Dimmuborgir Guesthouse, 108 €, una preciosa cabaña de madera con suelo calefactable) y descasar un poco, fuimos a ver los cercanos Pseudocráteres de Skútustadir.
Un “pseudocráter” es un relieve volcánico muy similar a un cráter volcánico con la diferencia de que no ha habido una salida real de lava en erupción, sino que se ha formado por explosiones de vapor de lava caliente que fluían sobre una superficie mojada. Esas explosiones son las que dan origen a los pseudocráteres, también llamados cráteres falsos.
Un auténtico oasis de calma y relajación en mitad de la naturaleza del Lago Myvatn, ubicado en una zona con una altísima actividad geotermal.
Uno de los principales atractivos de estas termas al aire libre (a 3º) eran sus vistas panorámicas de la región del Lago Myvatn. Probamos también un baño turco con vistas al Lago, brutal.
El alojamiento en Myvatn (Dimmuborgir Guesthouse, 108 € doble) nos encantó. Recomendable 100%.
Eran unas cabañas de madera con cocina completa.
Como en casi todas las guesthouses en Islandia, no te incluyen el desayuno salvo que lo pagues aparte al contratarlas o directamente en el alojamiento (media de 16 € pp). Son muy flojos...
Día 5: DE LAGO MYVATN A EGILSSTADIR (335 km)
Esta es una de las actividades más populares de Islandia y en Husavik es donde la tradición está más arraigada.
A pesar de que Húsavík se ha ganado el derecho a ser conocido como el mejor lugar para ver ballenas en Islandia, no tuvimos suerte por el mal tiempo de días anteriores: las vimos de lejos y eran “pequeñas”, y desde luego no tan gigantes que anunciaban los carteles. Típico.
La mejor época para ver ballenas en Húsavík es el verano, entre los meses de junio y agosto.
Continuamos hacia Ásbyrgi, una especie de precipicio en forma de herradura gigante del que se dice que ha sido uno de los fenómenos naturales más notables de Islandia.
Pero si dejamos eso a un lado y simplemente lo observamos, lo podríamos describir como algo impresionante y, sobre todo, un lugar muy agradable para pasar el día aunque no estuvimos más de 1h. Ásbyrgi es una maravilla de la naturaleza, un inmenso cañón en forma de herradura con acantilados enfrentados de hasta 100 m de altura. Es un gigante es 3,5 km de largo y más de 1 km de ancho.
En su extremo interior hay precioso estanque rodeado de exuberante vegetación. Y por último una formación de rocosa conocida como Eyjan ("la isla") se eleva desde el centro de Ásbyrgi, hasta 250 m de ancho. Si vas justo de tiempo como nosotros, esta parada podría ser prescindible salvo que te pille de paso, como era nuestro caso.
Dettifoss, el mayor salto de agua de Europa, Prácticamente oculta en mitad de la zona desértica del nordeste de Islandia, la cascada Dettifoss es todo un premio para todos aquellos viajeros que nos aventuramos a descubrirla. Una espectacular catarata de 45m de altura y 100 de anchura en mitad de un paisaje lunar completamente desierto.
Muy cerca de Dettifoss había un par de cascadas más: Selfoss y Hafragilsfoss, más pequeñas pero ambas fácilmente accesibles para verlas en menos de 1 km por un sendero pedregoso. Preciosas igualmente.
Día 6: DE EGILSSTADIR A HOFN (264 km)
Tocaba un recorrido por los Fiordos del Este con su litoral esculpido de fiordos y bahías, hasta la costa sudeste, caracterizada por páramos, lagunas glaciares y playas. Si hasta el momento, la Ring Road había sido un lugar amable para conducir, algunos tramos de los fiordos del Este nos mostraron unos paisajes más agrestes y rabiosamente salvajes.
Bajando por una carretera espectacular, llegamos a Seydisfjordur, de 750 hab., muy pintoresco pueblo de artistas consolidado como uno de los lugares más visitados de Islandia gracias a sus paisajes y su llamativo centro histórico. La carretera hasta allí es tan impresionante como sinuosa. Tras subir por un pequeño puerto de montaña, la carretera baja hacia el pueblo en una sucesión de curvas cerradas rodeadas por montañas y un sinfín de pequeñas cascadas que te acompañan hasta el mismo pueblo. Este lugar nos dejó absolutamente maravillados.
El auge de la pesca del arenque hizo que hace 1 siglo Seydisfjordur se constituyera como la localidad más próspera del este de Islandia. De hecho, la mayor parte de los edificios del pueblo tiene su origen en aquellos años dorados, en los que multitud de comerciantes noruegos se establecieron allí. Muchos de estos pintorescos edificios de madera fueron traídos desmontados desde la propia Noruega, por lo que parar en Seydisfjordur puede ser casi "convalidado" como una visita a un pueblo de los Fiordos Noruegos.
La Iglesia Azul es uno de los símbolos de Seydisfjordur. Pese a que su interior es austero, su inolvidable exterior de color azul pastel acompañado por las montañas de la zona hace de la Iglesia Azul una de las estampas más icónicas y famosas de Islandia.
El “arcoíris” de Seydisfjordur, en el suelo, demuestra que este pueblo, como toda Islandia, es muy abierto con la comunidad LGTBI: los habitantes del pueblo decidieron pintar un llamativo camino de baldosas multicolor en homenaje a la bandera del arcoíris y como símbolo de respeto y tolerancia.
El contraste de este arcoíris con el color de la Iglesia Azul lo convierten en uno de los puntos más fotogénicos de Seydisfjordur. Nos pareció todo precioso, y la zona, espectacular.
De vuelta, paradita en la Cascada Gufufoss, también con mucho encanto.
Aparte de un encantador hotel, la principal atracción principal es una curiosa obra de arte, una serie de huevos instalados a lo largo del puerto que representan las especies de aves que habitan en la zona.
La siguiente parada fue el Faro de Hvalnes, naranja, muy bonito, en medio de un viento potente y unas vistas apoteósicas de las montañas, majestuosas, que vimos desde una cercana playa salvaje de piedras.
Conducir por esta carretera serpenteante con viento y el ruido de las olas golpeando la costa fue una verdadera gozada en una tarde soleada.
Tocaba ya por fin ver la (famosa) playa de Stokksnes, Para llegar a esta playa hay que atravesar terrenos privados (en concreto los del dueño del hotel), así que, a no ser que te estés alojando en el Viking Café, te tocará pagar la entrada a la playa (5€).
Esta playa de increíbles dunas de arena negra, con la imponente montaña de Vestrahorn de fondo, no puede faltar en una ruta por la Ring Road de Islandia.
La playa de Stokksnes es uno de los lugares más fotografiados de Islandia. La espuma blanca del Atlántico serpenteando por la arena negra provoca un bellísimo contraste que, además, sirve de marco perfecto para el sinuoso reflejo de la montaña en el agua.
La fotogenia se esconde entre las dunas de arena negra que recrean curiosas formas gracias a la fuerza del viento moldeando montículos con hierba.
En el camino, admirando la espectacular belleza del Este, estábamos atentos por si aparecía algún reno. ¡Solo pueden verse en esta parte de Islandia!. Por contra se nos cruzaron no pocas ovejas… que obligaban a frenar casi en seco.
Llegamos a la localidad de Höfn, con su bonito puerto.
La sorpresa de la tarde/noche fue cuando, descansando en la habitación antes de salir a cenar, el dueño de nuestro Guesthouse nos llamó a la puerta para decirnos que fuésemos corriendo al puerto porque una morsa gigante se había subido a una plataforma de madera. Dicho y hecho. Salimos pitando y nos encontramos con una escena increíble entre la sorpresa de los lugareños, que iban llegando cada vez más al muelle al correrse la voz, andando y en coche. Los niños estaban excitadísimos.
Antes de que llegase la policía local para vallar el acceso al pantalán, pudimos acercarnos a un par de metros para fotografiar un enorme animal marino que rugía (daba miedo) ante la provocación de los niños que se le acercaban y gritaban. Un show.
Leí que había que probar en Hofn un “increíble” sándwich de langosta que sirven en el pequeño restaurante Hafnarbuðin junto al puerto. Aluciné cuando leí en la carta la descripción del “famoso” sándwich: “Con el langostino, nuestra langosta local, hacemos este sándwich…”. WTF?. Un timo, aunque no estaba mal. Lo volvimos a ver más tarde y lo más gracioso es que siempre le ponen al lado un dibujo de un bogavante… que además no ser un langostino, tampoco es una langosta. En fin, ya lo sabes...
El alojamiento (Hofn Guesthouse, 85 € doble) estuvo muy bien, como casi todos los lugares donde dormimos: cómodos, cálidos y con espacio e instalaciones para ponerte un desayuno, comer o cenar.
Día 7: DE HOFN A VIK (286 km)
Continuamos hacia el sur y la laguna glaciar de Jökulsárlón, donde el espectáculo consiste en avistar los inmensos icebergs que flotan a la deriva desprendidos del glaciar Vatnajökull, el mayor de Europa en volumen y el más importante de Islandia.
En cuanto a su origen, pese a lo que pueda parecer, es bastante reciente. Tanto es así, que hasta hace menos de 100 años Jökulsárlón no existía, ya que el glaciar Breiðamerkurjökull (que forma parte del glaciar Vatnajökull) se extendía incluso más allá de la carretera Ring Road. Lamentablemente, el aumento de la temperatura del planeta ha provocado que el glaciar vaya retrocediendo y generando esta impresionante laguna glaciar, llena de icebergs que se desprenden del glaciar y que van a parar al mar.
A un corto paseo desde la laguna se encuentra la Playa de Los Diamantes, de arena negra, llamada así por los numerosos fragmentos de icebergs que quedan diseminados sobre su superficie. Las olas rompiendo sobre el hielo proporcionan una vista increíble. En esta playa es posible ver icebergs flotando por el río Jökulsá hasta llegar al mar. Y cuando hay marea baja, los icebergs quedan atrapados en la costa haciendo posible pasear entre estos gigantescos “diamantes” de hielo en la arena, muy cerca de la desembocadura.
En la laguna nos montamos en una zodiac para hacer un tour de 1h (67€ pp) y acercarnos a la pared del glaciar y a los icebergs, en un día especialmente radiante y espectacular, tras dos días de tours cancelados por el tiempo, con un colorido impresionante. Quizás, lo mejor del viaje. Me sentí privilegiado por estar allí.
Contratamos el tour allí mismo a las 10am por la no asistencia de varias reservas. Tuvimos mucha suerte.
Nos entusiasmó la experiencia de explorar la belleza de la laguna y me sentí cautivado por los enormes pedazos de hielo que flotaban sobre sus aguas tras haberse desprendido de la lengua glaciar. Vimos alguna foca, les encanta jugar en el hielo.
Al llegar al Parque Nacional Skaftafell, un oasis de colorida vegetación y rodeado de glaciares, fuimos al centro de visitantes donde te informan de las rutas que puedes hacer a pie. El trekking más popular (3,5 km) es el que te lleva hasta la cascada Svartifoss de columnas basálticas. Acariciando el reino blanco y azul del gran glaciar Vatnajökull estaba una de esas cascadas que copan reportajes y guías de viajes de Islandia: Svartifoss, que en islandés significa “cascada negra”. Deja caer el agua por una muralla de columnas hexagonales de basalto (resultado del enfriamiento paulatino del magma volcánico). De ahí que el resultado sea muy asombroso.
En medio de la nada, y por simple, me pareció muy escénico: en 1996, el volcán Vatnajökull entró en erupción, derritiendo partes del glaciar y creando inundaciones masivas. Si bien un puente de vigas se había construido para soportar una gran cantidad de agua, no estaba preparado para icebergs del tamaño de una casa que las inundaciones arrastraron por la llanura. Varios de estos fragmentos glaciares se estrellaron contra el puente, arrasándolo y creando una brecha en la Ring Road.
Todo lo que queda del puente original hoy son dos vigas torcidas al costado de la nueva carretera. Me pareció casi un homenaje a la imponente y poderosa naturaleza de Islandia.
Después vimos el impresionante cañón de Fjaðrárgljúfur, un lugar encantador y majestuoso a través de una exuberante zona de tierra verde.
El río se teje a través del abismo verde, reflejando los colores del cielo y las nubes en su agua ondulante. Los primeros signos del cañón de Fjadrargljufur aparecieron hace miles de años cuando los grandes glaciares comenzaron a derretirse.
Con el tiempo, el agua ha erosionado la tierra en lo que muchos dicen es uno de los cañones más bonitos del mundo.
La garganta corre por 2 km a lo largo del río Fjaðrá, con casi 100m de profundidad. Vale la pena explorarlo al menos desde arriba siguiendo sus senderos desgastados.
En invierno la nieve y el hielo hacen difícil llegar a la zona. Ahora, la imagen es más pintoresca con la hierba verde y el cielo azul.
Y así, rodeados de paisajes espectaculares, llegamos a Vík, con una potente playa de arena negra con unos escollos característicos cerca del rompiente de unas olas estruendosas y muy violentas. Con apenas 300 habitantes, la localidad de Vík tiene poco que ofrecer más allá de su maravillosa ubicación, ideal para descubrir la playa de Reynisfjara y los glaciares y cascadas del sur de Islandia. Entre abril y agosto, los frailecillos se asientan en los acantilados de Dyrholaey. Así que este es uno de los mejores sitios de Islandia para ver puffins (o frailecillos) junto con Húsavik. Tampoco pudimos verlos!.
La iglesia de Vik es una de las más famosas de Islandia, con su arquitectura típica islandesa con tejado rojo, que resalta entre las verdes colinas. La iglesia está abierta al público y al estar situada en lo alto de una colina, proporciona unas de las más impresionantes vistas de Vík.
Pero cerca de Vik había dos lugares muy espectaculares que visitamos y en los que sufrimos las inclemencias de un viento muy fuerte y peligroso: Reynisfjara y Dyrhólaey. Casi no podíamos andar y había que agarrarse a algo o a alguien. Una verdadera pasada, cercana a vientos huracanados.
La playa negra de Vik se llama Reynisfjara y es una de las playas más bonitas y famosas de Islandia. Estaba llena de fotógrafos con sus trípodes preparados. Se encuentra en el valle de Myrdalur, cerca del glaciar Mýrdalsjökull. Debajo de este glaciar, duerme uno de los volcanes más virulentos del mundo: Katla. Los expertos dicen que registra niveles de actividad muy elevados. Si entrase en erupción, la nieve se fundiría e inundaría la ciudad de Vík.
Desde la playa de Reynisfjara, se puede observar las formaciones rocosas conocidas como los tres troles (Reynisdrangur). Son 3 formaciones basálticas en mitad del mar. Sin duda, lo más sorprendente de la playa son las formaciones de basalto de 66m de altura y una cueva. Realmente increíble!.
Recientemente, la playa negra de Reynisfjara ha sido también uno de los escenarios de la serie Vikingos. Solo si ves que no hay oleaje, puedes bajar a pasear por la playa. Cada año mueren turistas por acercarse demasiado al agua, así que atento. Tendrás una buena vista de las rocas de Reynisdrangar y cerca de allí podrás explorar el espectacular acantilado de Dyrhólaey, con vistas al glaciar, al mar, y a la cercana playa de Reynisfjara.
El Arco de Dyrhólaey, muy reconocible por su característico saliente de roca de 120m con dos arcos, es un paraíso para los fotógrafos de aves y paisajes. Un lugar mágico sobre todo al atardecer y al amanecer, viendo la inmensa playa de Solheimafjara. Este espectacular arco de piedra de se encuentra en el extremo oeste de la playa de Reynisfjöru.
Dormimos en Guesthouse Carina (117 € doble), nuestro último alojamiento en Islandia, pues al día siguiente nos íbamos de madrugada.
Día 8: DE VIK AL AEROPUERTO (KEFLAVIK) (243 km.)
Amanecimos con noticias en internet muy inquietantes de fuerte lluvia y vientos extremos (> 80 km/h) junto con recomendaciones de las autoridades que desaconsejaban completamente cualquier actividad al aire libre en el sur de Islandia, rogando encarecidamente “ajustar planes de viaje". Ciertamente daba hasta respeto dejar la habitación y subir al coche. Nos atrevimos en la confianza de que el tiempo quizás cambiaría a mejor, jugándonosla con cierto temor pero con ganas de terminar nuestro viaje de manera satisfactoria. Iba a ser un día duro y cañero y había que combinar esto con la seguridad.
Salimos a tratar de visitar el Avión estrellado de Solheimasandur, a pocos kilómetros de Vík, una de las principales atracciones turísticas de la zona. Este avión militar estadounidense se estrelló sobre la costa sur islandesa el 21 de noviembre de 1973, y desde entonces su fuselaje ha permanecido inalterado sobre la playa de Solheimasandur.
Se trata de un lugar realmente curioso y muy fotogénico, ya que el color del avión contrasta de forma muy llamativa con la arena negra de la zona, es necesaria una caminata de unos 40 min. a paso ligero para llegar hasta allí.
Afortunadamente, toda la tripulación sobrevivió tras el impacto y el avión fue abandonado (recuperarlo era muy caro), quedando el fuselaje a merced de las inclemencias del tiempo islandés, así se generó un enigmático paisaje post-apocalíptico en medio de una desértica playa de arena negra que se puede visitar.
Para llegar al avión dejamos nuestro coche en un parking y nos pusimos a andar 3,5 km por un interminable camino recto de piedra y arena negra, pensando “estamos locos, no?”. No hay que hacer un gran esfuerzo físico pero es bastante cansado y además había un viento muy fuerte y mucha lluvia, sin nada que te proteja durante la caminata.
La empresa dueña del terreno tiene montado un autobús por 17 € que sale cada ½ hora desde las 10,30h, pero estaba completo cuando quise reservarlo desde España. De regreso al coche, lo vimos pasar vacío… por todas las cancelaciones que hubo ese día. De todas formas, nosotros fuimos muy pronto (8am) para aprovechar mejor el tiempo de nuestra apretada ruta y verlo sin turistas... que justo llegaban en tropel cuando regresábamos.
Aunque el tiempo estaba deslucido e incómodo, paramos a ver Sólheimajökull, uno de los glaciares más accesibles de Islandia. No íbamos a poder ver de cerca la gran capa de hielo del glaciar ni pasar por profundas grietas, calderos de agua helada o esculturas de hielo azul. Simplemente nos acercamos y sacamos una fotos, estábamos helados de frío.
Seguimos para ver la maravillosa Cascada Skógafoss. Imposible negar el impresionante poder de la naturaleza al ver toda esa cantidad de agua precipitándose hasta el río desde los escarpados acantilados. Con una de las caídas de agua más increíbles que existen en el país, es quizás una de las más interesantes. Por su entorno, la espuma que generaba, a lo largo de 60m y con una anchura de 20m, salía volando por el espectacular fuerte viento que había, lo que le restaba algo de majestuosidad pero le sumaba locura y caos, un lugar increíble, un milagro y un obsequio de la naturaleza.
Un lugar mágico que atesora una gran belleza y que por ello se ha convertido en una de las cascadas más conocidas y visitadas de Islandia.
Me bajé solo del coche y avancé como pude con un enorme esfuerzo.. y miedo. Me encantó una cascada que, por el viento, “disparaba” agua en todos los direcciones. Al final, mereció la pena 100% aunque hubiese preferido hacerlo en otras condiciones.
A escasísima distancia de Seljalandsfoss (se puede ir caminando) había una rareza de esas que llaman la atención. Pero para poder ver esta maravilla en su plenitud había que mojarse algo los pies tras entrar por una hendidura en la roca y ver una cascada “escondida” a la que, si uno no acude a posta, pasaría por alto. Gljufrafoss, también llamada Gljúfrabúi (“la que se esconde en el cañón”), ya desveló su secreto hace mucho pero no deja de ser un tesoro y uno de los rincones predilectos de muchos que se embarcan en un viaje a Islandia.
No entré porque mojarme los pies hasta el tobillo no era buen plan dadas las circunstancias (necesitaba el calzado seco para ver un volcán después). Hay quien sí lo hizo.
El tramo desde esta cascada por un camino asfaltado hasta mi coche tuvo un alto riesgo y fue una experiencia muy dura, inclinado hacia delante, luchando con la lluvia, viendo a otros (muy pocos) incautos salir arrastrados por el suelo, por un viento muy violento que terminó por convencerme de que el clima en Islandia, como quizás en Groenlandia, Siberia, Alaska o la Antártida puede llegar a ser tan extremo como indomable. Y eso que fui en Septiembre...
Nos quedaba una dura excursión que, tampoco exenta de riesgo, nos emocionaba poder hacer a pesar de las pocas esperanzas por el tiempo reinante y los consejos de las autoridades islandesas de evitar realizar: ver el famoso Volcán Fragradalsfjall era lo último que íbamos a hacer antes de devolver el coche para ir al aeropuerto.
Siempre hay que verificar el pronóstico del tiempo y las condiciones, especialmente respecto a la velocidad / dirección del viento, la visibilidad y las emisiones de gas. Hay 2 webcams en directo parta verlas por internet. Cuando iniciamos el ascenso, bien preparados, el tiempo había mejorado un poco y nos atrevimos a subir.
He visto en Islandia maravillas de la naturaleza realmente únicas y vivido una experiencia de mucha adrenalina y acción, muy estimulante, emocionante e inolvidable aunque diré que “como casi ya me imaginaba”: íbamos muy mentalizados y preparados para una orgía fotográfica y un trekking espectacular por sitios increíbles donde la naturaleza aún lo domina todo. Un viaje en coche por Islandia demuestra el acierto de disfrutar por libre de una ruta impactante, al margen de los grupos organizados.
Sin “sobredosis” de cascadas (veía un claro riesgo), he vuelto entusiasmado. No obstante pienso que –por todo lo que aún me resta por conocer del mundo- relegaré un segundo viaje a Islandia: "me quedaría" sobre todo ver los fascinantes fiordos occidentales, caminar por un glaciar, visitar una Cueva de Hielo… y tratar de ver Frailecillos y Auroras Boreales. En definitiva: ir en invierno.
Este es el video del viaje: https://youtu.be/8yyiOU2zaSU
De momento, en tan solo 3 semanas tendré una experiencia viajera muy diferente, iré 8D/7N a la isla de Socotra, en Yemen, en vuelo directo desde Abu Dhabi. Para ello antes estaré 3D/2N en Atenas (que ya visité en 1.987), escala necesaria (corredor) para poder llegar a Abu Dhabi sin tener que hacer cuarentena por el Covid-19 (España no está en su "green list" de países), y 4D/3N en Abu Dhabi, que visitaré por primera vez más allá de las numerosas escalas que he tenido que hacer en este Emirato... en las que no salí de su aeropuerto.
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