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EL MUNDO NO ES UN PAÑUELO

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26 diciembre 2015

CAMEROON 2015 december

Sigue siendo a día de hoy un destino africano muy poco conocido para el viajero occidental. Este hecho no deja de ser un factor de atracción para los que nos gustan zonas del planeta todavía vírgenes y poco explotadas.
Otros factores que hacen de Camerún un país único y atractivo es la seguridad general que se respira en el país y su enorme diversidad cultural y paisajística.
Me he metido a tope en el país; y no sabría muy bien a quién recomendar este viaje, diferente y especial.

En Camerún hay más de doscientos grupos étnicos y lingüísticos (solo superado por Papua Nueva Guinea), aunque sus lenguas oficiales son el francés (mayoritario) y el inglés (muy poco). Con 23 millones de hab. y algo más pequeño que España, el nombre Camerún se lo pusieron sus antiguos colonos portugueses y significa “río de camarones”. 

Camerún fascina: es uno de los países con mayor diversidad cultural de África (esto es mucho decir!) habitado por muchos pueblos de antiguos reinos tribales, pastores musulmanes o pigmeos del bosque. 

su paisaje es vertiginoso, aunque solo vi una pequeña parte: campos de cultivo que rodean las carreteras, volcanes aún activos que se elevan en paralelo al mar, el pico más alto de todo África Occidental (el Monte Camerún con 4.100m), bosques tropicales, parques nacionales con grandes manadas de elefantes, o bien el paisaje seco y rocoso de las montañas. Y si todo esto no es suficiente… playas franqueadas por palmeras en las que descansar.

Con este plan, la decisión de ir -una vez despejadas dudas iniciales lógicas por Boko Haram y ébola- fue muy rápida.

Si hay un país privilegiado que puede, en cierto modo, aunar la riqueza de todo el continente éste es Camerún. 

Se le conoce precisamente como el ‘África en miniatura’ porque en él dicen que se pueden encontrar casi todos los climas y ecosistemas africanos, desde desiertos hasta selvas lluviosas, sierras encrespadas, volcanes activos, hasta llegar a sus playas vírgenes. No pude ver todo, claro.

Sin embargo, pese a su riqueza paisajista, fauna y cientos de tribus ancestrales, no es uno de los destinos africanos que reciben más viajeros. Aún está poco preparado para el turismo (un ébola ya limitado y residual, y la milicia de Boko Haram "solo" en el extremo norte, no ayudan), con muy poca oferta hotelera y en general de baja calidad.
El muy escaso turismo occidental posiblemente esté provocando una ausencia de "exigencia" en servicios hoteleros, que están en estándares realmente bajos. De lujos, comodidades y wifi, mejor no hablar. A priori, uno no va a Camerún a eso. Está muy claro. Kribi al margen.

Leí de Camerún que es la encrucijada cultural más rica del continente africano y es por ello un país injustamente desconocido. Porque te permite conocer, a ras de suelo, un África de principios del siglo XXI mezclado con tradiciones culturales de animismo, influencias islámicas y occidentales, que hunden sus raíces en muchos siglos de historia africana. Lo cual ha sido, para ser sincero, una verdadera gozada sensorial y un privilegio conocer.

Aunque iba mentalizado, ha sido un viaje "intenso". Una experiencia increíble que me puede haber marcado y, en cierta forma condicionado, futuros destinos. No es mala.

VIDEO DEL VIAJE
https://youtu.be/o8ZFRubIQvo

Let's go!
Los cameruneses me parecieron, en general, educados, respetuosos con sus mayores y con una convivencia muy tranquila entre sus cientos de tribus. Realmente son gente acogedora y abierta, amantes de la fiesta y con ganas de dar a conocer su país y su cultura, salvo en los hoteles, donde en general había caras largas. Y, en ocasiones, me encontré con incredulidad y desconfianza.

Me falló no saber francés para interactuar de manera mucho más directa con ellos. Lo normal era una sonrisa y un saludo recíproco que invitaba a una esperanza de cambio que solo podrá venir de un gobierno que hoy por hoy, aunque "democrático" como muchos del África Negra, es sospechosamente perpetuo (23 años) y cuenta con una corrupción bastante generalizada (no mayor que en otros países) y una nefasta distribución de la riqueza, por lo que en eso no sorprende. Para un país tan grande con semejante crecimiento demográfico (y por cierto un serio problema de SIDA, aunque tampoco mayor del habitual), les resulta muy complicado "salir adelante" en términos de infraestructuras y servicios públicos.

El país resulta muy barato para el occidental aunque aquí -salvo en urbes como Douala, Yaoundé o la zona de playa en Kribi- no hay lujos. Aún con dinero.
Hubiese necesitado muchos más días (11 son pocos) para conocer zonas aún más vírgenes y aisladas hacia el norte y de las que se habla tan bien, con elefantes, jirafas, leones, gorilas,....pero vi una parte más volcánica, folclórica y tribal que nos cautivó: maravilloso!. A pesar de la paliza de coche, he descansado bastante: pronto a dormir (18,30h de noche ya) y tampoco grandes madrugones. El viaje ha resultado suficiente y creo que ha sido imposible sacarle más chispas con el tiempo disponible.

Este es un mapa de África, donde uno ve (actualizado a 2013) qué zonas y países dicen que son los "peligrosos" de visitar.


Aconsejados por un conocido camerunés en Bilbao, y tras ver un muy conseguido "Españoles por el Mundo", enseguida lo vi claro con 7 meses de antelación. Más aún tras la fantástica experiencia en Mozambique: tenía más hambre de África.


Destino ideal para introducirse en el África Negra posiblemente más auténtica: diverso, seguro y todavía muy virgen desde el punto de vista turístico. Me puse en contacto con la catalana Temps d'Oci y conseguimos organizar un viaje a la medida, algo apretado, que iba a terminar siendo una explosión de vivencias y experiencias gratificantes.

Sin dudarlo el viaje más especial y diferente de todos los realizados hasta ahora, con algunos momentos concretos ciertamente memorables e imborrables, después de todo lo que he viajado. Una pasada.

Diré que ha sido un viaje algo "duro", no apto para "turistas", ni tampoco para viajeros "poco viajados" y en el que, salvo en el tramo final en la costa, no pude en ningún momento decir aquello de "en peores plazas hemos toreado". Poco equipaje, práctico y trotero. Botiquín básico. Mochila inseparable.

Y como ya me advirtieron, apenas vi blancos ("nasaras")He vuelto entusiasmado. Aquí hay que venir preparado y mentalizado. Es otro mundo.

Al ir en temporada "seca", apenas había mosquitos, increíble verdad?, pero a pesar de ello no dejé de tomar a diario el fucking Malarone, aunque no me picó ni uno siquiera. Antes de viajar, comuniqué a la Embajada española en Camerún mi recorrido y mi nº de móvil, algo que solo hice cuando visité Filipinas, Mozambique y Malasia. Simple precaución. Vacunas: Hepatitis A, B, Fiebre Amarilla y Meningitis. Lo normal.

100 euros de visado. Iba avisado del tipo de viaje y mentalizado para un turismo responsable, llevando, aconsejado, mucho peso en regalos: desde abundante material escolar, hasta pintalabios, pinta uñas, lápices y pintura de ojos, coleteros, horquillas, imperdibles, clips, bolitas para hacer collares, hilo y agujas de coser, cremas, jabones, perfumes, geles y champús, collares y un montón de cosas de las que nos habían hablado como mejor recibidas o más necesitadas. Las repartí en muchos lugares diferentes.
Éste pretendía también ser un viaje "solidario" como ya lo fueron los de Mozambique y Myanmar, ambos igualmente increíbles. Un acierto pleno. Sonreír y dar la mano era siempre algo protocolario...

Las carreteras fuera de las ciudades eran auténticos campos de minas: llenas de baches, algunos ciertamente traicioneros, con poco tráfico, y unos badenes que en España serían "ilegales" (por lo elevados). Furgoneta algo incómoda, pero el conductor (Antoinne) prudente y muy fiable.

Los trayectos por carretera fueron más largos de lo indicado en el itinerario programado (les recomendaría también hablar de km. y que cada uno eche sus cuentas para rebajar expectativas) pero de verdad que la mirada desde la furgoneta al exterior dibujaba una continua sucesión de fotos impactantes de paisajes verdes y tierra rojiza, selva y montaña, y de escenas cotidianas de gente que, francamente, me terminó de fascinar como un componente más del viaje: no podía ni pestañear para evitar quitar la vista de los trayectos por carretera: pueblos o casas dispersas, tan básicas, muchas de adobe, mezcladas con la vegetación, en general sin agua/sin luz, niveles de pobreza "preocupantes" (aunque no alarmantes), gente que pulula por los arcenes con todo tipo de cosas sobre sus cabezas o esperaba a algún autobús,  vendedores de frutas y verduras, viviendas desvencijadas, peajes imposibles, controles militares,...un aparente equilibrio entre tradición y modernidad que, en muchos momentos, quedaba escorado hacia una realidad tan diferente y apasionante como totalmente alejada del mundo occidental.  Es de ver, y era lo que buscaba.

De hecho, el enfoque del viaje estaba más centrado en cultura y tradiciones de etnias y tribus, lo cual, tras las increíbles experiencias con los indios Kuna (Panamá) o las etnias de Sapa (Vietnam), con quienes pude convivir, han hecho de este viaje algo muy especial aunque, a diferencia de otros, quizá más difícil de explicar. Abdoul (guía musulman que me dejó a mitad del viaje por agenda, quedándome con Landry, bantú, más traductor que guía; ambos hablaban perfecto castellano) resultó ser un tipo genial, con gran sentido del humor, muy responsable, agradable y con mucho conocimiento del país, conectando rápidamente con la gente, lo que me facilitó muchísimo la comprensión de lo que veía.

Además de las innumerables cervezas (deporte nacional!) de 650 ml. (a 1.000 fcfa= 1,5 eur) que bebí durante todo el viaje hasta llegar a Kribi, donde por fin pasé revista a buenas botellas de vinos blancos sudafricanos y franceses.

Día 1 (26 diciembre)
Un vuelo sencillo y cómodo (Air France, Bilbao-París-Douala) que no fue barato, con solo 6,15h. para el trayecto largo y en Camerún sin diferencia horaria respecto a España. La salida del aeropuerto internacional de Douala (2,5 mill. hab.), con una caótica recogida de maletas y una espera de media hora hasta que -tras llamar a España- apareció por fin entre el barullo mi (excelente) guía Abdoul en medio de la noche y a unos 30 grados con una humedad brutal y rodeado de maleteros oportunistas, enseguida me puse en antecedentes de lo que son las grandes urbes africanas en cuanto a caos, barullo, suciedad (aunque menos de la esperada, en comparación con algunas zonas de Asia), zonas urbanas poco o muy poco iluminadas: el trayecto hasta el 1er hotel fue un chute de adrenalina. Hotel Foyer du Marin, una "buena" opción dentro de los bajos estándares que nos aguardaban.
Al salir a cenar en Douala (al sitio más caro de todo el viaje) el guía nos cambió moneda a un t/c muy favorable (1 eur= 650 fcfa, e.d. 1000 fcfa= 1,5 eur). Francos de África Central.






Día 2: hice una excursión fluvial por el ‘Río dos Camaroes’, mítico río de Douala por donde entraron los primeros exploradores portugueses en el siglo XV. Quizás algo larga, por tener el barco un motor poco potente y estar bajo un calor sofocante, visité una aldea de pescadores y artistas en Bonendalé. El barco se quedó sin gasolina (desastre!) antes de llegar y el último tramo lo tuvieron que arrastrar media hora dos tipos que se tiraron al agua. Tranquilidaaaade!!. 

Paramos por fin en un lugar imprevisto con fango literal hasta las rodillas y un negro cachas me tuvo que sacar a hombros 50m. Corte total, pero divertido y disculpas aceptadas ante la embarazosa situación. Comí en casa de una peña curiosa: unos rastafaris muy místicos liderados por un "rastaman" con una no tan extraña (como decían) filosofía de vida: la verdad es que flipé bastante y tocaron un par de temas de Marley. Divertido.













Seguimos la ruta hasta la ciudad de Limbe, ex-colonia inglesa, ubicada a los pies del Volcán Fako (Monte Camerún) con una enorme playa de arena negra y granate debido a las erupciones volcánicas. Lugar de gran belleza e interés histórico. Hicimos noche en el Tsaben Beach Hotel, muy básico.







Día 3: Tras pasear por la playa de Limbe, visitamos un interesante centro de protección de primates y el jardín botánico más antiguo de África Central. Y seguimos la ruta hasta las tierras fértiles del oeste de Camerún, donde se asentaron los colonizadores alemanes en el S. XIX debido al buen clima (ausencia de paludismo) y a la fertilidad de la tierra (región volcánica). Las etnias de la zona, Bakossi y Mbo, eran de habla bantú. Estos pueblos se asimilaron rápidamente a las costumbres europeas y ahora son agricultores cristianos que cultivan el café y otros productos agrícolas de exportación. A pesar de los cambios culturales el pueblo Mbo de Ekom, sigue conservando costumbres animistas como el culto a los antepasados y el respeto por las deidades que habitan las cataratas sagradas del río Nkam.























Llegué a Melong, capital del café camerunés (debo decir que flojo) y visité la espectacular catarata de Ekom Nkam. Impresionante, con 90m. de caída. Un momento cumbre. Qué pasada!, el ruido del agua y cómo me estaba mojando entero...con ese enorme caudal en plena naturaleza. Nos tuvimos de desviar por una pista de 10km., en bastante mal estado, donde se rodó la película Greystocke, la leyenda de Tarzán. Vaya si mereció la pena.

Noche en un discreto motel familiar (Ban Bi’Ngoe) pero muy agradable en el que di un montón regalos a los (5) hijos de los dueños (alguno dijo no había "tocado" nunca a un blanco) y las cocineras, a quienes aplaudimos tras un deliciosa cena, que pidieron sacarse fotos de despedida con nosotros. Una velada fantástica. Al día siguiente nos desplazábamos ya hacia las "highlands" cameruneses.

















Día 4: Aquí comenzamos quizás la experiencia más intensa y emocionante del viaje. En ruta hasta el pueblo ganadero de Mbouroukou, desde allí fuia pie con los 2 guías (Abdoul y Landry) y tres "porteadores" hacia el volcán (extinto) Manengouba. El ascenso (2h.) precisaba de cierto ‘fondo’ pero no fue muy duro, aunque bajo un intenso calor. Y llegamos así a un poblado de la tribu Mbororo, pastores trashumantes, donde nos instalamos con tiendas de campaña. La temperatura era ya muy agradable a 1.800m (aunque a la noche bajó a unos 10 grados y ni los sacos me protegieron del frío).

Los Mbororo son un subgrupo de los Fulani, un gran grupo étnico que vive en el África Occidental y Central e incluso del este de África. El Mbororo mantiene su forma tradicional de vida a través de un nomadismo pastoral ancestral, y destacan por su aspecto externo, su dedicación a la ganadería y su adherencia al Islam. Se les notaba una elegancia natural, eran altos, estilizados, nariz aguileña, y se les veía “orgullosos” y también algo tímidos y vergonzosos. Nos contaron que los Mbororo defienden el cumplimiento de una rigurosa moralidad destacando los valores de generosidad, honradez y respeto hacia los demás. Viéndoles, parecían personas muy reservadas, y no se les veía mostrar ningún afecto público con sus niños, que para ellos está mal visto. 

La convivencia con los Fulani me dejó impactado y he de decir que quizás fue lo mejor de todo el viaje, tan aislados. Abdoul colaboró mucho en derretir el hilo con las tribus (distribuidas en varias agrupaciones de casas, por cada familia: solo en una había un marido, 3 mujeres, 20 y pico hijos). La poligamia es muy común.

Salam Aleikum. Aleikum Salam (cuyo significado es “que la paz esté contigo"). Estaba alucinando: aquello era un remanso de paz y por fortuna nos metimos gradualmente a la gente en el bolsillo, y ellos a nosotros: repartimos muchos regalos. Ellos me cautivaron, nos enseñaron orgullosos sus casas y los niños disfrutaron muchísimo, eran tan graciosos y estaban tan poco influenciados por el exterior, tan aislados, que todo resultaba muy emocionante. Las fotos hablan por sí solas. Las iniciales miradas perdidas de sus caras se fueron transformando en sonrisas y al final los niños se lo terminaron pasando pipa...y hasta aprendieron el himno del Athletic. Para qué quieres más!. Con tiempo disponible, sin duda me hubiese quedado algún día más.























































Tras la comida me animé a visitar (1,5h. más de subida, y vaya si mereció la pena!) el cráter del volcán a 2.200m y admirar dos bellos lagos ‘gemelos’ desde las alturas y un paisaje de una belleza inusual y extraordinaria. Había algo de niebla. Embobado.















Día 5: A las 4am cantó el 1er gallo. Una noche muy fría (unos 10 grados) y "movidita", con animales sueltos (caballos, vacas y ovejas) pululando tras la tienda de campaña. No dormía en tienda desde hacía años. Incómodo. A las 8am salí del saco, bajé al río a evacuar y vi un paisaje estremecedor, con la niebla y los caballos salvajes, en medio de selva y montañas. Impresionante. Tras desayunar y apurar 4 horas con los Fulani, visitando otras casas y familias y viéndoles hacer sus actividades diarias: recoger leña para cocinar, ir a por agua en el riachuelo cercano, cuidar el ganado… era un oasis de paz en plena montaña!! y seguíamos jugando con los niños. Me dió mucha pena marchar. 

Bajamos al pueblo tranquilamente y me instalé en Mbouroukou, Melong, en un hotelito colonial muy coqueto: Villa Kleber Chollier. Relax. Me despedí de Abdoul, que tenía que irse al norte. Una pena, un magnífico guía. Me quedé ya solo con Landry (más traductor que guía, aunque muy simpático) y el conductor.



  












Día 6: Seguimos en ruta hasta la región más poblada y rica del país, habitada por varias tribus Bamileké. Este pueblo, agricultor, artesano y comerciante se ha adaptado muy bien a los tiempos modernos y combina el respeto por las estructuras tradicionales de poder. Nos dijeron que para entender Camerún, y el África del siglo XXI, había que visitar zonas como el ‘País Bamileké’ donde se ve más claro el equilibrio entre la identidad tribal y el mundo globalizado. Visitamos el Reino de Bandjoun, donde vimos uno de los mejores ejemplos de arquitectura tradicional bamileké: un "parlamento" construido enteramente en bambú, postes tallados de madera, y techo gigante de paja. Con un museo, que visitamos.











Por la tarde y tras dejar la maleta en el muy básico hotel Paradise en Koutaba, me encaminé ya a uno de los puntos "fuertes" del viaje: visitar y cenar (era Nochevieja!) en el "Lamidato" de Didango (una especie de sultanato). Al guía le costó encontrar el lugar, no había estado...

Llegamos 1 hora tarde y se suspendió así algún acto previsto de bienvenida. La novedad era recíproca. Por el recién estrenado libro de visitas, vimos que en 2015 solo había ido un grupo de occidentales a visitarles y, en cierta forma, nuestra visita y "cena" con el Lamido era una especie de "experimento". Allí nos dijeron incluso que habían "votado" para ver si podíamos cenar con ellos y desde luego debo decir (muy agradecido) que nos abrieron las puertas por completo a un mundo feudal y en apariencia muy cerrado, lo cual fue una experiencia indescriptible.

























La recepción fue quizás algo fría inicialmente pero los niños flipaban con las fotos de los móviles y los selfies, y te agarraban de la mano. Di un paseo por el pueblo con una especie de "príncipe" (de asuntos exteriores) y la gente del pueblo se agachaba cuando éste pasaba por delante. Nos enseñó el pequeño poblado, orgulloso, y nos habló de proyectos futuros para construir algunas casas para turistas. Me sonó extraño y no lo veía; no por nada especial, pero era algo difícil de imaginarse, salvo que ellos sientan la necesidad de darse a conocer e intercambiar influencias. Todo era demasiado auténtico. Nos pidió muchos consejos.

Los lamidatos surgieron en el siglo XVIII debido a migraciones y agrupaciones sociales complejas. Aquí, los pastores fulbé que se convirtieron al Islam, se expandieron desde el Sahel, lugar de su origen, hacia Nigeria y el norte de Camerún, y empujaron a las poblaciones autóctonas animistas hacia las montañas. Los lamidatos son circunscripciones territoriales en las que la organización social y política es de tipo feudal y donde poblados y aldeas, más o menos grandes, se organizan como ciudades-estado. Una Diputación Foral?: el poder se establece según una jerarquía rígida en cuyo vértice está el jefe del poblado (llamado lamido en el norte, y fon en las regiones occidentales). Los poderes locales tradicionales conviven con el estado central, que delega en ellos una parte de sus prerrogativas. Muy interesante.

Me llevaron a una sala privada con poca luz, descalzos, y el "príncipe" nos puso en antecedentes sobre cómo había que actuar ante el Lamido de Didango (Ahmadou Roufai Dairou), óle!, que apareció por la puerta de la sala muy sonriente, haciéndose esperar, como una estrella de cine, y con quien charlamos agradablemente un rato antes de que justo le llamaran a la oración. Respeto máximo. Le dimos unos regalos y quedó muy gratamente sorprendido. Parecía sincero. Era un tipo con cojera, muy educado y culto (antes, fue informático en Douala, pero su padre le eligió para sucederle), estaba sonriente y demostraba don de gentes y una como garante de las costumbres y guía espiritual. Nombrado siguiendo el parecer de los notables del lamidato, no gobierna de modo absolutista, sino que sus poderes están limitados por la presencia de un consejo de ancianos y de una numerosa caterva de asistentes, que pudimos ver bien de cerca, y lo cierto es que acojonaba un poco. Yo estaba en mi salsa y no me perdía nada. Espectacular. Tenía una enorme influencia moral sobre sus súbditos




Llegó la hora de "la cena" (8pm), sglups, y me llevaron a un enorme salón principal, donde nunca habían entrado mujeres. En el suelo, descalzos, sobre enormes alfombras y levantándonos para ir a por los platos que nos servían. Yo no daba crédito. Seguimos charlando con el Lamido (quien incluso nos enseñó en su móvil un espectacular video de caballos en una reciente celebración en Didango).

Realmente no pintaba mucho allí, pero me sentí en todo momento privilegiado y ciertamente cómodo por la experiencia, pese a las caras de los notables, sentados en el suelo, amables pero destilando cierta indiferencia y perplejidad: esto era demasiado novedoso "para todos"La cena, muy extraña; la comí por deferencia y respeto. Aunque ellos, musulmanes, no celebran la Nochevieja, seguro que pusieron lo mejor que tenían. Se fue la luz varias veces y totalmente justo cuando al final empecé a sacarme fotos con el Lamido.









Experiencia feudal y ancestral, como un flash-back a siglos pasados por lo que, al margen de crítica y sentimientos encontrados en cuanto a cánones más civilizados en términos de derechos, me mereció una profunda reflexión sobre lo que representan culturas aisladas que no han podido/querido/sabido tomar influencias (buenas o malas) del 1er mundo. Todo esto fue muy nuevo para mí.

Pero esa Nochevieja me aguardaba aún una experiencia inédita. Fuimos al hotel y a las 23,15h. salimos al pueblo (a 500m) a celebrar la Nochevieja, parando antes en plena oscuridad en una iglesia protestante que estaban celebrando una misa gospel. Koutaba tenía mucho ambiente, de verdad: barullo, poca luz y mucha gente. Nos acompañaban Landry y un empleado del hotel. Realmente la gente nos miraba algo perpleja: nasaras "sueltos" por la calle. Estábamos muy tranquilos y tenía muchas ganas de beber cervezas frías de 650 ml. y celebrar el Fin de Año en condiciones.

Empecé fuerte en un garito ("Complex Titanic"), con 6 chicas bailando ritmos africanos y medio a oscuras. Pa flipar. La peña subía al escenario y les tiraba o metía billetes. Ambiente "duro" pero todo controlado. Aparentemente. Allí el DJ cantó los segundos y celebramos un tumultuoso Año Nuevo. Salí a otro pub ("El Blanco") y estuve bailando africanadas en plena calle hasta que un convoy militar nos vió al pasar, pero volvió: decían que debían estar informados de nuestra presencia en Koutaba y realmente fue un fallo del hotel no comunicárselo. Una foto "de estrangis" casi nos cuesta un disgusto serio. Volvimos andando al hotel, escoltados. Impresionante.





Día 7: Salimos hacia Foumban, capital del Sultanato Bamún y uno de los principales centros artesanales del África Negra. Tras visitar un recinto palaciego donde se albergaba una de las colecciones de arte antiguo más interesantes de Camerún y donde vi un poco a la carrera, la historia del pueblo bamún, me fui hasta el barrio de los artesanos donde se trabajaba el bronce, la cerámica y la madera. Aquí "gasté pasta" y compré un montón de cosas, en muchas tiendas, galerías y talleres: distribuí bien el dinero entre mucha gente, sin intermediarios. Regateo sencillo (40-50% sobre precio inicial). Auténticas joyas artesanales. No me dejaban marchar: "ahora ven a mi tienda", decían. Simpáticos y muy agradables. Era 1 de enero. En la plaza, se me cayó al suelo un billete de 5.000 francos (7,5 eur) y desde 4 sitios distintos me gritaron para recogerlo. Sintomático: muy buena gente.













Y de aquí tiramos directamente para Yaoundé, a pesar de que teníamos otra noche pagada en Koutaba, cambiando así el itinerario programado. Era un poco paliza pero teniamos ya ganas de irnos acercando a Kribi (playa, descanso, cascadas, camarones y visita a pigmeos...buen plan!), anticipando un día la llegada, durmiendo en Yaoundé. En una parada en ruta, me recorrí andando un puente de 1,2km que cubría el amcho del río Sanaga, con unas vistas imponentes al atardecer.













De Yaoundé (también 2,5 mill. hab., como Douala), capital política, había leído que es una de las ciudades más animadas de África Central, capital de la zona centro y de todo Camerún, estaba ubicada entre verdes colinas a 750 m. sobre el nivel del mar, con un clima por tanto más agradable que el de Douala.
El problema es que no para de crecer y se ha convertido en una ruidosa ciudad llena de tráfico. El hotel Azur, muy céntrico, resultó ser un remanso de paz. Después de cenar en un restaurante turco (sin alcohol!, putada) salí a un cercano bar de copas al aire-libre, el Black & White, en el que cayó una shisha y unas cuantas cervezas bien frías. Descubrí cómo el ‘night-life’ de la urbe consiste en gente guapa que quiere ver y ser vista.

Día 8:  Salí hacia Kribi (casi 6h.), pueblo costero, con una playa interminable, situado a unos 170 Km. al sur de Douala. Algo caótico, tiene de todo: bancos, discotecas, restaurantes, algunos de los mejores hoteles del país y, lo mejor, un "Fish Market" muy genuino donde uno puede encontrarse casi de todo y allí mismo te asan y preparan lo que hayas comprado. Impagable, un género excelente y ciertamente muy barato. El precio lo negoció el guía. Por unos 7 eur me puse las botas con marisco: comida y bebida.

Hice tres noches (la 1ª noche en un hostal de playa pillado de chiripa, y las dos siguientes en el excelente Hotel Ilomba, ya programado) y estuvo genial. Hacía bochorno y  el agua del mar en Kribi estaba "caliente", con un oleaje suficiente y, como ya sabía, el agua muy limpia aunque con un fondo arenoso oscuro que le restaba el colorido azul que mostraban las guías. Las puestas de sol, imponentes.














El centro del pueblo era ciertamente caótico y preferí moverme por hoteles a tomar cervezas "frías" y white wine en convenientes "basket with ice". La primera noche la pasé en el Hotel Tara Plage, muy sencillo pero en una ubicación magnífica.












Al día siguiente cambié al Hotel Ilomba, el mejor de todo el viaje y el único en que estuve dos noches, totalizando así tres en Kribi. Me encantó, tenía una habitación preciosa y hasta dos restaurantes muy chulos. Comí de cine, por fin. Mucho grill: pescado y marisco. Un descanso merecido.













Al sur de Kribi visitamos andando por la playa (a 10 min desde nuestro hotel) las cataratas del río Lobe que desembocaban en el mar, algo muy poco habitual. Precioso a rabiar.











Y, tras una larga caminata por una carretera para sobrepasar los rápidos y llegar a aguas más calmadas, tomé una canoa y me dispuse a visitar, 45 min. rio arriba, a los pigmeos Badgeli (eran unos 30) en un recorrido entre selva con una brisa y un silencio delicioso, para llegar a uno de los pueblos más tradicionales y apasionantes que sobreviven en el mundo, que siguen llevando una vida tradicionalmente nómada, cazando y recolectando por el bosque durante la mayor parte del año y viviendo en campamentos semipermanentes junto a sus vecinos los bantús durante el resto del año. 

Hoy en día, a causa de la tala de los bosques primarios y los procesos de sedentarización forzosa por parte del gobierno camerunes, los pigmeos, como otros tantos grupos de cazadores-recolectores del mundo, se enfrentan a profundos cambios en su tradicional forma de vida. No me parecieron tan "bajitos" como esperaba y el guía me dijo que hablaban una antigua lengua bantú; debido a la proximidad de Kribi, los badgeli están sufriendo el impacto del mundo moderno: actualmente, la mayoría viven de forma permanente en los alrededores de los poblados bantús en chozas de barro con techo de hojas de palmera dedicados a la agricultura de subsistencia, que combinan con algo de caza y recolección. Vi en el suelo del poblado muchos sobres de plástico de alcohol (whisky y ginebra), lo cual me dejó algo triste.


















Día 11 (5 enero): Tras 3 noches en Kribi, salimos pronto dirección Douala porque nos aguardaba un último subidón: la reserva de chimpancés de Pongo Songo, con una visita del santuario en canoa. Lo cierto es que el tramo de carretera atravesando plantaciones fue un infierno (1,5h. trayecto: demasiado). Ciertamente la carretera estaba impracticable y la destartalada furgoneta en la que fuimos (cambiamos por otra para que "la buena" no sufriera) no tenía un pase, con un horror de baches y continuos golpes en el techo con la cabeza. Pero como todo lo bueno, cuesta llegar, y había recompensa. Flipé mucho, aunque fue una pena el poco tiempo de que dispuse (para lo que costó llegar).



Estaba en el río Sanaga, donde una ONG trabaja con varios grupos de chimpancés para reinsertarlos en la vida salvaje. Junto a la iglesia de Marienberg (primera iglesia católica construida en Camerún por los alemanes) nos esperaba la canoa, que tardó media hora en llegar. El campamento donde viven los cuidadores está al otro lado del río. Los chimpancés ya en libertad se encuentran divididos en dos familias de siete y once individuos y habitaban dos islas de un tamaño considerable en medio del río.

Sólo se podía visitar una de ellas, en la otra están los chimpancés ya en estado salvaje y sólo pueden ser vistos desde el río (habíamos comprado mucha fruta para "lanzársela"). Los sueltan en la naturaleza después de permanecer varios años en un aula, hasta que se acostumbran a vivir en libertad. Me llamó la atención que son casi "humanos": sus ojos, su comportamiento, su necesidad de afecto, increíble. Quieren que juegues con ellos, que les cojas, y mangarte todo lo que puedan, tuve que que estar muy atentos con la cámara y me tiraron las gafas de sol de un manotazo. 

Dicen que sólo un gen nos separa de los chimpancés y desde luego es cierto, el parecido con los humanos es de verdad sorprendente.





















Y así llegué ya a Douala, entre un escenario poco favorecedor (basura y asentamientos incontrolados que no habíamos visto el 1er dia), me despedí con mucha pena del conductor (Antoinne) y el guía (Landry) por todo lo que había pasado con ellos; les hice un resumen de mis impresiones y consejos de mejora.

Cogi una habitación de hotel solo para ducharme, cambiarme de ropa y cenar algo, antes de llegar al aeropuerto y tomar el vuelo a París a las 23,55h.. , donde por cierto las medidas de seguridad fueron serias. Pidieron la cartilla de vacunación a la salida (que no a la entrada) y se empeñaban en exigir la de la polio: les dije que la embajada de Camerún en España me dijo que ya no era obligatoria. Era cierto pero hubo algo de tensión.
Con una Dormidina previa, logré dormir íntegras las 6,15h. del viaje. Una escala ràpida en París nos permitió llegar a Bilbao a las 10,30h. y por fin comer en casa en Reyes (algo que no me pasaba en 8 años). Gillette G2, apurado perfecto!.

En resumen, un auténtico viaje por el tiempo, muy variado y con muchos contrastes, en sitios donde ni siquiera el colonialismo ha podido/sabido cambiar algunas costumbres. El resultado ha sido una experiencia única e inolvidable -humana y visual- que me ha dejado huella, una aún mayor sensibilización con África y una colección de fantásticas fotos y videos entrañables e imborrables para el recuerdo.
La enorme variedad de sitios que he visitado dificulta dar una visión general y obliga a un necesario detalle, como se observa en las fotos, pero por encima de todo, Camerún destila autenticidad por los 4 costados y para mí ha supuesto una enorme lección de aprendizaje cultural.

La falta de comodidades en su mayor parte, para la que ya estaba bastante mentalizado, ha sido compensada con creces y he tenido el privilegio de realizar un viaje en su globalidad extraordinario pero que debe de abordarse necesariamente bajo una mentalidad de "viajero", y no de turista: aporta vivencias y un irremediable debate interior en el que una simple "observación" europea no puede explicar la realidad del África negra central, a la que se puede evitar viajar, criticar y con la que se puede o no estar de acuerdo (esta no es la cuestión), pero que empuja a una reflexión humilde que te puede dejar huella si el viaje es abordado con implicación, curiosidad e interés. Para mí, esto es "viajar".

No obstante he visto cosas objetivamente mejorables en la organización del viaje, desde mi experiencia viajera, plenamente consciente de dónde estaba. Logística, aprovechamiento del tiempo, guía, trayectos, personalización, tiempos, alternativas de ocio y comida,...complicado pero creo se puede mejorar bastante.

A Camerún no puedes viajar por tu cuenta,
a mi pesar. Es un país con obvias dificultades para atraer turismo occidental, por temores infundados y en competencia además con otros destinos remotos, seguros e igualmente atrayentes, con tribus y etnias, para viajeros que siempre vamos buscando experiencias y vivencias diferentes.

Por ello, y porque el África negra central es diferencial y enamora, recomiendo visitar Camerún a gente "viajada" que esté buscando destinos vírgenes, distintos, auténticos, impresionantes, intensos y poco convencionales, y que no les preocupe especialmente las comodidades. 

VIDEO DEL VIAJE
https://youtu.be/o8ZFRubIQvo

y otro video que realizó mi hija
https://www.youtube.com/watch?v=QBH9v8nCTWs


En Semana Santa-16 me aguarda Tokio (con una oferta imbatible de Emirates y una escala a la ida, muy propicia, de 19h, en Dubai sin hacer noche) y, si nada se tuerce, Madagascar en Junio-16. África negra de nuevo.

1 comentario:

  1. Camerún me parece un lugar donde hay muchas cosas por conocer y tiene paisajes espectaculares. espero ir pronto con mi grupo de viajes fotograficos 2024 y vivir la experiencia.

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